domingo, 21 de diciembre de 2008

Zapotlán el Grande

Veo al implacable sol levantarse por encima de las montañas, al salir de la ciudad una niebla levita sobre sembradíos y se ve un amanecer de ensoñación. Llegar a la laguna seca hace parecer al clima, inhóspito, yo aseguro no hace frío, solo una humedad que te llena los pulmones, mañanas para fumar niebla.

Una promesa se acerca, terminando la laguna puedes perderte entre hierva y roca; el agua flotante se va despejando, la segunda laguna seca a la mitad va pasando; la cierra de Tapalpa a mi derecha va prometiendo mas agua, y a mi izquierda lo ha cumplido, espejo donde existen regiones transparentes; del azul a las tierras de tronco herido y a verdores esteparios, solo colores fríos; una música le da un toque místico, en las montañas se esconde un Dios, pinta la tierra a contrastes, a mi derecha llanuras de tierra, a mi izquierda curvas que te pierden entre hierva, montañas, hierva cuasi tangible… solo cristales ineptos te impiden tocar la belleza.

El sol deja de amanecer y es un tanto molesto; la montaña me va a tocar… todavía no hay luces del sacrificado en nombre, todavía no brilla hermosa la Diosa Sayula: naciente del agua adornada por sol esposa del Dios Zapotlán, aquí el grande ya se asoma… una niebla espesa cubre su valle, ¿Qué esconderá para mi? No lo se, solo se que hoy luce mas melancólico que nunca.

1 comentario:

El beni dijo...

Una prosa muy fidedigna de un amanecer de mi querida Zapotlan, tengo la dicha y el honor de haber visto uno y morirme de frio, pero su belleza es magistral.

felicidades pelusa.