La noche llego hacia mí y conmigo, me regalo un cielo estrellado y una luna semi pálida, no es lo mismo sin ti y sin mí. Camine al café lo mas cauteloso que pude, ya saben mi vista…
Caigo al suelo, mi pie no responde, mis muslos y mi cadera arden. El dolor solo produce viejos recuerdos en mi, intento llegar al café pido mi favorito y vierto un poco de liquido a mi pierna, imposible que pueda arder mas. Dicen que el cuerpo a veces intenta liberarse de la conciencia humana por medio del instinto y la necesidad, pues quien no a sentido que el corazón “se le sale”, o que simplemente a pesar de haber comido uno mucho no puede defecarlo por mas que uno camine por mas que uno se mueva por mas saltos y tumbos que de uno. Mi pierna me reclama aquel golpe que alguna vez di a una piedra creyendo que era un balón. No puedo pedir auxilio a dios, el y yo firmamos un pacto, un pacto para no necesitarnos y para cada quien ver por si mismo las cosas, un pacto de autosuficiencia diría yo.
Guardo en mi bolsillo una carta, la leo me miro reflejarme en el vidrio y lloro, si hay algo que no soporto es mirarme llorar, ¿quien podría soportarlo? Otros ni tienen valor para mirarse en su desgracia. Otros atribuyen la desgracia propia a alguien más y el trauma se vuelve perpetuo.
el estomago se vuelve un montón de dagas, la tráquea es picoteada por un montón de jeringas y el cuello es una tubería sin salida, pareciera que todo sale por los ojos, si solo la misma sangre pudiera salir para intercambiar su aire por el de fuera. Es solo un momento. En otro momento escucho esa eterna balada, no se quien sea el autor, solo es que me gusta recuerdo un viejo verso que dice:
“Dame sencillamente… lo que mas te guste y nada mas”
Bendigo a quien tenga que dar bendición por tan hermosa frase, si quizás hubiera tenido oportunidad de escucharla (¡maldita sea! ¿Por que no pude pensarla?) No llevaría esta carta conmigo que es la flor de mis heridas.
Sigo escuchando esa vieja melodía eterna, me lo recuerda una y otra vez cada vez con mas fuerza con mas sentimiento y cada vez mas lamento en mi (quisiera darte simplemente lo que mas te guste), súbitamente veo algo que me hace sonreír, mi viejo nuevo amigo quien mostrándome su lengua se para en dos patas y se recarga del otro lado del vidrio, le sonrío. Y cual soldado cumpliendo con sus órdenes se retira. ¿Será que esta muy agradecido conmigo por protegerle aquel día?, y solo es que hoy nos volvimos a encontrar.
1 comentario:
segunda entrega de tres.
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